lunes, 2 de noviembre de 2015

Por una luquita, hacete dueño de la calle

A menudo vemos en las calles de Quilmes cordones pintados de color amarillo en comercios o lugares donde está permitido estacionar.
Muchos suponemos que se trata de una avivada de los dueños, que en forma ilegal, pintan el cordón para evitar que los vehiculos aparquen allí. Una avivada que deberían sancionar los funcionarios y que es mucho más que eso porque se trata de un delito penal.
Varios vecinos han estacionado en estos lugares, sabiendo que se trata de espacios públicos donde no existe prohibición alguna, pero en muchos casos la grua municipal les ha llevado sus vehículos como si se tratara de infractores.
Si bien los jueces de falta fallan a favor del multado, el trámite es largo y engorroso, y no evita el pago del acarreo.
Pero detrás de esta supuesta avivada hay un fructífero negocio de corrupción, amparado por la Dirección de Tránsito que dirige el multidenunciado Pedro Guevara; que por mil pesos  por mes, permite a estos comerciantes inescrupulosos pintar el cordón de amarillo y lo que es peor; llevan a los vehículos estacionados legalmente hacia la playa de infractores.
Hace unos días atrás Héctor, un vecino de Bernal; dejó su auto en Hto. Primo entre Mitre y Sarmiento, frente a este comercios de elementos de seguridad que tiene el cordón pintado de amarillo en una cuadra donde esta permitido estacionar sobre la mano izquierda.
“Volvi a los 15 minutos y estaba una grua llevándome el auto. Les pregunté porque, si yo habia estacionado correctamente. Me dijeron que esta prohibido estaciona sobre el cordón amarillo y yo debía saberlo. No sirvió de nada preguntarles la razón por la cual solamente ese espacio esta pintado de amarillo. Pero mientras yo discutia, el dueño del negocio se regodeaba de lo ocurrido en la vereda y cruzaba guiños con los inspectores”.–indicó el vecino.
Lo ocurrido con Héctor confirma los rumores que circulan en la ciudad. Por mil pesos por mes, cualquiera se pinta el cordón de amarillo y consigue la grua si alguien –ejerciendo su derecho- pretende estacionar donde tiene permitido.
En el caso de este comerciante inescrupuloso, no sabemos si paga algo más por vallar el espacio público en la puerta de su negocio

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