Si bien no hubo transporte público, se vieron muchos automóviles particulares, remises y taxis circulando por las calles y avenidas quilmeñas.
El comercio minorista abrió mayoritariamente sus puertas y los supermercados atendieron en forma normal.
En el edificio municipal hubo muchos empleados trabajando –cerca de un 50 por ciento- y en las delegaciones municipales la merma del personal fue similar.
En el oeste de la ciudad el comercio abrió en forma plena. Quilmes Oeste, Solano y Bernal registraban una actividad similar a la de otros días.
No funcionaron las estaciones de servicio. Una en Quilmes Oeste y otra en el centro de la ciudad, pretendieron hacerlo pero un grupo de patoteros del sindicato que responde a Carlos Acuña, se lo impidió en horas tempranas. Tampoco hubo bancos.
Donde el paro fue un rotundo fracaso fue en el sector gastronómico. Todos los bares y restaurantes de la ciudad permanecieron abiertos con ritmo habitual y hasta se vieron a los “trapitos” ofrecer sus servicios de cuidado y lavado de automóviles en el centro quilmeño.
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