La Junta Electoral bonaerense decretó este lunes la caducidad de la personería política de los partidos políticos Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) y el Partido Intransigente (PI) por falta de afiliados, con lo cual quedarán afuera de la compulsa electoral de este año.
La resolución publicada en el Boletín Oficial, y en sus fundamentos el organismo planteó que “la asociación política no ha alcanzado el número mínimo de afiliados exigidos por la ley para el reconocimiento definitivo, a los efectos de mantener su personería jurídico política”.
La noticia, que pasa desapercibida dado que el PI hacía años había dejado de tener trascendencia política activa; no lo es del todo en Quilmes, donde esta resolución puede generar una serie de “coletazos”.
El actual presidente del Partido Intransigente a nivel nacional es el quilmeño Gustavo Cardesa y uno de los secretarios de la mesa ejecutiva es su esposa, María Lucrecia Monteagudo; que a su vez era vicepresidenta del comité de la provincia de Buenos Aires.
Ellos, al igual que otros dirigentes surgidos de este distrito electoral, han quedado deslegitimados para integrar la conducción de la fuerza política a nivel nacional.
Pero no es el único problema que enfrentan. La sede quilmeña del PI, ubicada en Lavalle 811 casi esquina Olavarría; en realidad pertenece a 5 ex miembros de lo que fuera la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) quienes la compraron a comienzo de los 60 y –para evitar que los gobiernos militares la incautaran- le dieron como destino el Centro Cívico y Cultural 4 de febrero; dejando establecido que, si éste se disolviera; la propiedad pasaría a manos de los Bomberos Voluntarios de Quilmes.
Por años los viejos propietarios –de los cuales uno sólo sigue con vida- permitieron que allí funcionara el Partido Intransigente, aunque hace más de 20 que no coinciden con los diversos rumbos políticos que le dieron las autoridades actuales.
Claro que ahora es distinto: El PI no existe más, el centro cívico tampoco y los descendientes de aquellos ex concejales de la UCRI son concientes del valor que tiene la propiedad.
Como recordarán quienes superen los 40 años, el Partido Intransigentes fue la tercera fuerza nacional en las elecciones de 1983 y 1985. Las columnas de militantes cantando “somos la patota del doctor” –por el ex gobernador Orcar Alende– llenaban las calles y los actos en las manifestaciones en las que participaban.
Sin embargo las diferencias internas, la falta de liderazgos y sobre todo la utilización que le dieran en beneficio propio sus actuales autoridades desde hace más de 20 años; lo hicieron desaparecer.
En 1989 el PI formó parte del frente electoral que llevó a Carlos Menem a la presidencia. Cuatro años más tarde Alende –ya muy enfermo- fue la cabeza de lista del “duhaldismo” por la provincia de Buenos Aires.
Muerto Alende, el peronismo consideró innecesaria cualquier alianza y no lo convocó a continuar en sus frentes.
Para entonces la inmensa mayoría de sus dirigentes históricos y más de la mitad de los afiliados habían sido expulsados o habían renunciado en disidencia con la posición oficial.
Con la necesidad de “salvar el sello” el PI hizo alianza con partidos de izquierda hasta que el 1995 aterrizó en el Frepaso, logrando ingresar legisladores y concejales –entre ellos Gustavo Cardesa.
Explotada la Alianza, el PI conformó en 2001 el frente Polo Social y logró que María Lucrecia Monteagudo fuese diputada, pero unos meses después se alió al ARI de Elisa Carrió, donde se llevó la banca.
Al no poder conseguir la renovación de alguna banca; las autoridades del PI lograron acordar en 2007 incorporar al partido al Frente para la Victoria, obteniendo un cargo en el Ente de Regulación Eléctrica para Cardesa y la insólita secretaría de Relaciones Internacionales en Quilmes para Monteagudo.
Convertido así en un “sello de goma” el PI pudo mantener su personería provincial y las prebendas para el matrimonio conductor. Pero la escasez de ciudadanos bonaerenses dispuestos a firmar una tarjeta de afiliación, lo dejó extinguido.
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