La llamada “refuncionalización” de la Peatonal Rivadavia costó cerca de 10 millones de pesos. Todavía no esta terminada y has varias sospechas de corrupción respecto a la obra y sus actores.
Pese a ser la “obra emblemática” para tratar de recuperar la adhesión de comerciantes y vecinos del centro quilmeño, el intendente Francisco “Ali Barba” Gutiérrez no la puede inaugurar.
Caminar por la calle más importante de la ciudad sería escuchar rosarios interminables de quejas, gritos y hasta insultos.
Hoy, a más de un año del comienzo de obra, la imagen de la Peatonal Rivadavia es igual o peor que en octubre de 2013: Una feria a cielo abierto donde el comercio ilegal se multiplica, impidiendo al público caminar libremente y gozar de lo que fue por muchos años el paseo. Ese lugar de esparcimiento de los vecinos de la ciudad.
Antes de las elecciones y el la búsqueda de ese voto que finalmente le volvió a ser esquivo, el gobierno a través de uno de sus funcionarios más enriquecidos, el subsecretario de Comercio Juan Pablo Di Maio; anunció el desalojo de la feria clandestina que se monta en Rivadavia.
Fue el primero de octubre de 2013, tal como puede leerse en
Nunca se concreto el desalojo centralmente porque funcionarios de esa subsecretaría son quienes cobran coimas a los vendedores ambulantes para permitir que se instalen en Rivadavia o la Plaza de la Estación.
Todas las semanas un allegado directo a Di Maio visita cada uno de los puestos recaudando la contribución.
Para ese “entongue” cuentan con la colaboración del SIVARA, el sindicato que agrupa a los vendedores, quien además cobra su tajadita para conseguir que los funcionarios de Di Maio no molesten.
La obra costó cerca de 10 millones. Todavía hay un cartel publicitario en Yigoyen y Morel exhibiendo el dibujo del proyecto. Basta compararlo con la realidad para darse cuenta que se tiraron 10 millones de pesos a la basura.
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