En septiembre de 2018, hace casi 5 meses; el edificio de la empresa Movistar en Quilmes ardió en llamas, dejando sin servicio a decenas de miles de usuarios. Todos aquellos con las características 4253, 4254, 4257 y 4224 se encontraron esa tarde que sus aparatos eran inútiles para comunicarse.
Desde entonces miles de usuarios siguen igual que aquella tarde del 11 de septiembre, mirando el teléfono y esperando que resucite.
Los comercios y los profesionales son los más afectados. Los usuarios domiciliarios ya tomaron la decisión de cambiar de empresa, aprovechando las promociones de quienes ofrecen servicios telefónicos, Internet y televisión paga a mucho mejor precio.
“Hace más de 20 años que tengo este número de teléfono. Muchos clientes se lo saben de memoria y por eso no lo quiero perder. Si no fuera por eso, hubiese comprado nafta y les prendería fuego yo a esos hijos de p….” –dijo a este medio un reconocido comerciante de Quilmes quien calcula una considerable pérdida económica por no poder ofrecerle a sus consumidores una vía de comunicación para realizar sus reservas.
A este comerciante, como a muchos otros; le dieron un teléfono con un modem. Una especie de celular pero con un aparato tradicional. Claro que no siempre funciona.
“En diciembre contraté otra empresa. Igual sigo esperando que me devuelvan el servicio. Pero no puedo estar sin teléfono y sin Internet. Tuve que avisarle a cada cliente el nuevo número y ahora voy a tener que cambiar el del celular, porque –ante la emergencia- les daba ese para que se comunicaran” -relató un abogado a quien tampoco le funcionó el modem que entregó MOVISTAR.
En plena calle Alsina la cajera de un comercio sale a la calle con un posnet enchufado a un celular. Es la única forma que tiene de pasar las tarjetas cuando le realizan una compra. “Aca adentro no hay señal, me cambiaron el modem dos veces pero anda cuando se le da la gana. Tuve que comprarme esto porque la mayoría de mis ventas son con tarjeta” –aclara.
Cuando se produjo el incendio la empresa prometió solucionar los problemas en 60 días. Nada de eso ocurrió. Se limitaron a cambiar teléfonos de red por inalámbricos con modem. Una tecnología que funciona bien en lugares poco poblados y sin impedimentos de señal, pero totalmente inútil en ciudades llenas de edificios, donde incluso los celulares sufren interferencias.
MOVISTAR tampoco da explicaciones. Los clientes hacen colas interminables para que los atiendan con lindas y cálidas sonrisas pero carentes de respuestas efectivas. A cinco meses miles de usuarios siguen incomunicados y rehenes de una de las principales telefónicas del mundo con negocios en decenas de países, a quien parece costarle mucho cumplir con la promesa de normalizar el servicio en 60 días.
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